Según la Organización Internacional del Trabajo, cada año 100.000 personas mueren en todo el mundo a causa de la exposición al asbesto (más conocido como amianto). En 1978, el Parlamento Europeo declara cancerígeno el amianto, material con el que se estuvo trabajando en muchas regiones de Europa. También en España, donde se utilizaba desde los años 60 en la industria, factorías de automoción o incluso colegios e institutos con techos de uralita. A pesar de la declaración europea, en España la prohibición no llegó hasta 23 años después. Para entonces, ya era muy tarde. Miles de personas, sobre todo trabajadores, habían estado expuestos a su contacto o al polvo generado de ese grupo de minerales, mediante extracciones energéticas, la construcción, o el desprendimiento de fibras tóxicas.
La consecuencia de esta situación, cuarenta años después todavía sigue provocando enfermedades graves, relacionadas con el sistema respiratorio. Además, durante apogeo, en los 60, la prevención de riesgos laborales era una quimera. Por otra parte, otras empresas o las propias administraciones sabían del peligro de extraer, comercializar y usar este material, pero guardaron silencio.
Hoy en día el amianto aún está por todas partes. Hace 12 años de la prohibición y aún hay goteo de nuevos casos, no sólo en nuestro país, también en Italia, donde hay miles de denuncias a empresas por parte de trabajadores que trabajaron con la uralita. En nuestro territorio, aún hay regiones donde el amianto sigue sin desmantelar: naves industriales en Cerdanyola del Vallés, en columpios, techos, astilleros, edificios de Valencia… incluso en su huerta. Nunca se pusieron medidas y hoy son miles los casos registrados de diagnóstico de placas pleurales (lo más común). En algunos casos, pueden derivar en tumores pleurales, por lo que las víctimas precisan de vigilancia constante, puesto que esas fibras tóxicas son imposibles de extraer del pulmón.
La retirada de materiales con amianto es cara y distingue entre mineral friable (el más peligroso y común en edificios, industria o buques) y no friable; fibrocemento y amianto proyectado. Exige certificación específica que garantice gestión integrada de prevención de riesgos laborales y que sea responsable con el cuidado del medio ambiente. Según expertos en el sector, por las cantidades importadas de España, se calcula que puede haber cuatro millones de toneladas de amianto por desmantelar. En cualquier caso la conclusión está clara: la prohibición llegó muy tarde (años 2000) y las administraciones son las responsables, puesto que tenían un alto grado de conocimiento sobre el tema.