El Centro de Cooperación en colaboración con la Fundación Acción contra el hambre, presentan estos días la exposición ‘Siria, cuatro años de crisis’. Estuvo primero en el hall del edificio Altabix del campus de Elche y ahora, hasta el 4 de marzo, estará en el campus de San Juan, en el hall de la planta baja del edificio Francisco Javier Balmís. La exposición consta de cinco rollers y su objetivo es visibilizar la realidad que viven día a día los refugiados sirios, sometidos a una vida ‘provisional’ que apenas tiene expectativas de futuro. Los cuatro años de conflicto han causado ya cerca de 250.000 muertos y más de un millón de heridos, de hecho, se estima que la guerra ha matado o herido al 11,5% de su población. Como resultado, la mitad de la población ha huido del país.
La temática de los rollers es la siguiente:
1. Presentación del documental ‘El juego del escondite’
2. ‘Mi alma está exhausta’. Atrapados dentro y fuera de Siria
3. Financiación, reasentamiento y negociación, tres prioridades a afrontar
4. Una respuesta regional en Siria, Jordania, Irak, Turquía y Libano
5. Siria: ¿Una generación perdida?
Desde el comienzo del conflicto, 3,8 millones de personas han abandonado el país y se estima que 7,6 millones de ciudadanos y ciudadanas sirias se han visto obligados a desplazarse dentro de su país, lo que en total lleva a un total de 12 millones de personas desplazadas. Por tanto, la situación de Siria sigue siendo dramática, el PIB del país es el 41% del que era en 2011, antes de estallar la guerra. La huida de gran parte de la población sumada a la destrucción de infraestructuras y ciudades enteras ha hecho que la situación económica sea nefasta. De hecho, aproximadamente el 75% de la población vive en la pobreza y la tasa de desempleo asciende a más del 50%.
Este derrumbe económico ha dejado a muchos sirios expuestos ante los altos precios de la comida y el carburante, lo que ha aumentado la inseguridad alimentaria y otras formas de vulnerabilidad. Los datos nutricionales que se manejan de los refugiados indican que tienen déficits de micronutrientes, ya sean agudos o graves. Estas son sólo algunas de las consecuencias de la guerra, también hay que tener en cuenta la situación de violencia a la que están sometidos quienes se han quedado, la imposibilidad de que los niños puedan ir al colegio, de estar constantemente alerta… en definitiva, de vivir una vida normal. Los costes psicológicos también son altos, como se está comprobando en aquellos refugiados que llegan a países vecinos o a Europa, que no está a la altura de las circunstancias, con algunas medidas que generan el aumento del racismo y la xenofobia.