El pasado jueves tres de marzo, y aprovechando las fechas cercanas al Día Internacional de la Mujer, se organizó en el edificio Torreblanca ‘San José de Chiquitos (Bolivia), una experiencia municipal hacia la igualdad‘, una conferencia acerca de la realidad de lo que supone ser mujer en un país como Bolivia y de los pasos que se están realizando en diferentes municipios como el de San José de Chiquitos para crear un ambiente igualitario en los diferentes ámbitos de la vida. Estuvo organizada conjuntamente por el Centro de Cooperación y el Fons Valencià per la Solidaritat.
Durante la ponencia y posterior debate se estuvo explicando la situación en el país, con las diferentes desigualdades que se viven en tres aspectos: el físico, el económico y el de la toma de decisiones. A nivel legal, Bolivia cuenta con una legislación bastante avanzada en el ámbito feminista, aunque sólo sobre el papel, dado que la brecha entre la realidad y la legalidad es considerable. Achacan esta falta de plasmación en la realidad a falta una voluntad política real de aplicar estos cambios y no existe la visión del Estado como un garante de derechos, algo quizá más desarrollado en los países andinos, pero no tanto en el Cono Sur. Además, tampoco existe conciencia entre la ciudadanía, que tampoco se preocupa de ejercer esos derechos que el Estado no brinda materialmente. Por poner algunos ejemplos del problema, esas leyes de carácter feminista que se promulgaron sobrepasaban la capacidad de los ayuntamientos para implementarlas, existen nuevas leyes que nacieron sin presupuesto, por lo que los propios consistorios tampoco tenían voluntad de hacerlas realidad, dada esa falta de dinero.
En cuanto al machismo, está bastante asentado, no existen registros de feminicidios y hay otros problemas que afectan directamente a las mujeres, como la mortalidad materna y alta tendencia a la maternidad adolescente —ambos aspectos inciden más en la población indígena y de poblaciones rurales—. Se han conseguido algunas mejoras respecto a la década anterior por la sensibilización, pero aún no suficientes.
Otro punto a tener en cuenta, destacó Flavia Marco —consultora experta en género y participación—, es que se promulga la inserción laboral a través de la ley, pero de nuevo, no se consigue llevar a la práctica, «de hecho, la mayoría de las que trabajan lo hacen en negro y en condiciones precarias», indicó. Más concretamente, 4 de cada 10 mujeres no tienen ingresos propios y de las que tienen, lo hacen en la economía sumergida y cobrando un 60% del sueldo de un hombre. Es desde luego uno de los aspectos más desiguales, al contrario que el poder judicial, que a pesar de ser aún mejorable, un tercio del mismo ya está formado por mujeres.
Como pasa en otros municipios, en San José de Chiquitos la mujer sigue relegada al trabajo doméstico. Para ir limando estas desigualdades, en la campaña ‘Ser mujer en el Sur’ también colabora la CEPAD, una ONG que se encarga de ejecutar proyectos en la ciudad. Como comenta, Geovanna Terceros —técnica del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible—, «se intenta evitar que la gente no emigre a las ciudades, se fomentan planes de desarrollo e inserción laboral y también planes de género, entre los que está la institucionalidad de género», el más importante. Con él, se creó en el ayuntamiento la Dirección de Género, una unidad de servicio integral que promueve la autonomía de la mujer y su calidad de vida, la lucha contra la violencia machista y la preservación de su salud y sus derechos sexuales.
Carmen Fátima Montenegro —técnica municipal de San José de Chiquitos—, una de las ponentes y natural del municipio, indicó que antes que nada se hizo un trabajo de concienciación en el consistorio, desde el alcalde hasta el último funcionario, pues «había bastante machismo en él y reticencias a que se creara este departamento», relató. Se trata sin duda de una medida pionera ya que con estos servicios divididos en áreas, se ofrecen horarios de guardería para conciliar la vida laboral y materna, la toma de decisiones en temas económicos municipales, voz y voto vinculante de la Dirección en materia de políticas a desarrollar, talleres con padres y madres… Como comenta Flavia, la idea es que esta implantación sea un proyecto a largo plazo, independientemente de que cambie el gobierno, puesto que ha de seguir el empoderamiento de la mujer y asegurarle un futuro mejor.