No suele salir en los medios de forma habitual, pero la siniestralidad laboral y más concretamente los fallecimientos como consecuencia del trabajo son algo casi diario. Un asunto preocupante que es vital abordar ya que en los últimos tiempos estos siniestros no han hecho más que aumentar. Es más, consultando datos del INE, se puede comprobar cómo en 2015 se dispararon los accidentes y los fallecimientos laborales, hubo aumentos tanto en las defunciones de camino al o de el lugar de empleo, como en el mismo, y tanto en hombres como en mujeres.
La mayoría de las muertes tuvieron lugar en el sector servicios, pero donde más crecieron los accidentes mortales fue en el sector industrial. La principal causa, infartos y derrames cerebrales, seguidos de accidentes de tráfico y atrapados o aplastamientos. Según el informe publicado en junio de este año y referente al periodo de abril de 2015 a marzo de 2016, la siniestralidad laboral ha aumentado en nuestro país en un 3,5%, tanto en accidentes leves como graves, sin embargo, ha descendido moderadamente el índice de accidentes mortales con respecto al año pasado (-2,9%). Aunque el número de accidentes mortales de este periodo ha sido de 473 —de nuevo con el sector servicios liderando esta cifra—, cuando en el mismo periodo del año anterior fueron 465. Cifras muy inferiores a las de hace una década, pero que desde luego siguen estando por encima de la media europea, lo que obliga a una reflexión profunda para corregir esta situación.
En este sentido, los accidentes laborales son una consecuencia derivada directamente de condiciones de trabajo inadecuadas y cuyo control es vital para poder garantizar el derecho a la salud de los y las trabajadoras. Según el Observatorio de Condiciones de Trabajo en los últimos años el 50% de las causas de esta siniestralidad viene por motivos organizativos, tanto de la propia organización del trabajo como de la gestión preventiva. Hay otros factores que afectan menos, como la falta de protección o señalización, el trabajar con determinados productos o factores individuales. Sin embargo, estos principales factores de la siniestralidad indican que es prioritario para las empresas asegurar unas buenas condiciones de empleo para sus plantillas, mayores controles e inspecciones y sobre todo contar con profesionales de la prevención de riesgos laborales que puedan poner en marcha herramientas para acabar con esta preocupante situación.